Tener diabetes me ha hecho superar bastantes retos en mi vida y afrontar cosas que posiblemente de otra manera tal vez no lo hubiese hecho. Gracias a la diabetes tengo un conocimiento sobre nutrición que ya quisieran muchos endocrinos. Puedo llevar una vida equilibrada y ordenada a la que tantas veces me he sublevado pero que cuando la acepto y acato me proporciona mucha felicidad. Porque la diabetes no incapacita si la cuidas como debes o si lo intentas al menos.
Me gusta pincharme, contar raciones, hidratos, medir grasas porque es la vida que conozco y la que me ha tocado. No quiero otra sino ésta con diabetes, medidores de glucosa, glicosiladas, hipoglucemias que me dejan planchada en el sofá e hiperglucemias que me hacen ver borroso durante tres días seguidos. Pero por más que me cueste y duela siempre pondré mi sonrisa, la mayor de mis virtudes, y tiraré hacia delante.
No me pararé siquiera a pensar si algún día la diabetes se curará porque eso es vivir en un futuro que no me permitiría disfrutar este mi maravilloso presente. Así que, gracias diabetes y gracias vida.
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